Koan

Un koan (del japonés 公案 Kōan) es una afirmación o pregunta paradójica utilizada principalmente en el budismo zen japonés como técnica de meditación para principiantes, especialmente de la escuela Rinzai. Los koans, aunque aquí citaremos ejemplos de todas las tradiciones espirituales, son tan enigmáticos como fascinantes y cuentan con una historia milenaria. Profundizaremos en sus orígenes y características, y esta sección servirá como contenedor de los koans más famosos y otros que el Fundador considere oportuno presentarles.

En japonés, el término significa literalmente "caso público" o "anuncio". Como casi todos los términos japoneses, deriva del chino kung-an y originalmente se refería a un edicto (aviso) emitido por una oficina gubernamental del imperio chino. Por extensión, es una frase corta, pregunta o respuesta de naturaleza paradójica o enigmática, y puede referirse a historias, parábolas, declaraciones breves o incluso a unas pocas palabras en una oración que hacen referencia a una historia utilizada en la práctica por los maestros zen. Estos aforismos pueden provenir de dichos o historias de maestros budistas antiguos o modernos [y otros]. Un koan puede estudiarse tanto desde una perspectiva histórica como como una herramienta contemplativa para la práctica meditativa.


En la formación de los monjes zen, es una práctica fundamental de la meditación, ya que desafía al estudiante a reflexionar más allá de sus modos habituales (generalmente inconscientes y preestablecidos) de pensar y razonar.


Tradicionalmente, el maestro entrega el koan al estudiante, quien debe reflexionar sobre la afirmación o pregunta. La respuesta al koan es el objeto de meditación del estudiante, que lo mantendrá activo en su práctica diaria. Un koan no puede entenderse ni responderse en términos convencionales: requiere que el estudiante abandone su dependencia de sus métodos ordinarios de comprensión para acceder al camino hacia la iluminación.


Un ejemplo característico es este famoso koan:

“Cuando aplaudes con ambas manos haces un solo sonido; ¿cuál es el sonido de una sola mano aplaudiendo?”


A veces el koan se plantea en forma de pregunta y respuesta, por ejemplo:

“¿Existe alguna frase que no sea ni correcta ni incorrecta?” “Una nube blanca no muestra defectos.”


Con base en lo anterior, cabe preguntarse por qué esta práctica se denomina "caso público". Lo que hace "público" a un koan es la invitación a todos a observar la realidad en el aquí y ahora. De hecho, la realidad está disponible de forma democrática e inmediata en el presente, sin necesidad de un maestro que la transmita, indique o enseñe. Así pues, nada es más público que la realidad misma. Pero dado que existe la infame caverna de Platón, que aún hoy nos obliga a no ver la realidad, sino un reflejo distorsionado de ella, los koans son herramientas sencillas para revelar esta verdad y ayudar a la mente a liberarse de sus patrones de pensamiento habituales para alcanzar una mayor comprensión de las cosas, acercándose a la iluminación.


En la cultura occidental actual, a menudo se definen como acertijos, un término que no solo los distorsiona, sino que también resalta nuestra tendencia a buscar siempre soluciones mediante la conceptualización y la mente común. Un koan no es un problema a resolver, ni requiere llegar a una respuesta a través de la mente. Al contrario, nos permite comprender que esa misma mente y los conceptos convencionales nunca pueden proporcionarnos una respuesta satisfactoria.

El intercambio entre maestros y aprendices es mucho más profundo que el mecanismo común de solución de problemas que el sistema escolar suele enseñar. No es casualidad que muchos eruditos occidentales tengan dificultades para comprender el significado de los koans, calificándolos de irracionales y afirmando que van en contra del intelecto y glorifican la impulsividad. En realidad, los koans buscan ir más allá de la razón, pero no destruir ni negar el intelecto. Simplemente nos ayudan a comprender que la realidad no puede capturarse ni condensarse en un pensamiento o una definición precisa. Ver la realidad tal como es, y no como la mente quiere moldearla, es la verdadera invitación del koan. El intelecto busca construir modelos de la realidad, pero nunca puede representarla en su totalidad. Gracias a la naturaleza paradójica e inescrutable del koan, podemos quitarnos las anteojeras y simplemente observar el mundo sin buscar respuestas y definiciones prefabricadas que nos alejen de la iluminación.


La idea es ampliar la mente abandonando los hábitos habituales que intentan eludir el pensamiento intelectual o realista. Una vez que logras ver un koan no como una pregunta que debe responderse racionalmente, puedes abordarlo y encontrar tu propia respuesta.


Muchos ven que incluso en las enseñanzas de personas como Jesucristo, Mahoma u otros ilustres maestros se pueden encontrar innumerables koans.

Al igual que en la práctica del zen, algunos en el cristianismo creen que no se pueden simplemente “interpretar” las palabras de Cristo intelectualmente.


Más bien, necesitamos profundizar y reflexionar sobre algunas de sus afirmaciones para llegar a una comprensión espiritual profunda de su significado.

Bibliografía:

El Ditto y la Luna – Alejandro Jodorowsky. La Iluminación en la Vida Cotidiana – Engaku Taino. Gestión por Koan Zen – Tetsugen Serra (Maestro Zen).